ASERTIVIDAD EN CLAVE FEMINISTA "El arte de poner límites con firmeza y sin culpa"
¿Alguna vez has salido de una conversación sintiéndote más pequeña, más confundida o más cansada de lo normal? Puede que hayas sido víctima de una microviolencia machista disfrazada de "tono normal", "broma inocente" o "comentario sin mala intención".
Como coach feminista, te invito a poner nombre a eso que tantas veces has sentido, pero pocas veces has podido responder:
"La comunicación machista sutil".
Y lo más importante: hoy aprenderás a detectarla y desactivarla con técnicas sencillas de asertividad feminista. Porque poner límites no es ser agresiva. Es ser libre.
¿Qué son las microviolencias comunicativas?
Son formas de desprecio, control o invisibilización que no siempre gritan, pero siempre pesan. Algunos ejemplos:
Te interrumpen constantemente.
Se burlan de lo que dices con un “tranquila, solo era una broma”.
Te explican cosas que ya sabes como si fueras una niña (sí, el famoso mansplaining).
Cuestionan tus emociones: “estás exagerando”, “tú te lo tomas todo a pecho”.
Te silencian con frases como “no es para tanto” o “ya estás con el tema feminista otra vez”.
¿Te suena? Si estás asentando con la cabeza, este artículo es para ti.
LA ASERTIVIDAD EN CLAVE FEMINISTA no es solo una habilidad comunicativa.
Es un acto político. Es decirle al mundo: “No voy a pedir permiso para ser tratada con respeto”.
Y la buena noticia es que se puede entrenar.
Aquí te dejo tres técnicas clave, fáciles y poderosas:
1. Nombrar lo que está pasando
Cuando se nombra, se rompe el hechizo del “no es para tanto”.
Ejemplo:
“Lo que acabas de decir suena condescendiente.”
“Me estás interrumpiendo, y no es la primera vez.”
“Ese comentario es machista, aunque lo digas en tono de broma.”
Esta técnica devuelve la responsabilidad a quien la tiene, sin necesidad de levantar la voz.
La comunicación machista muchas veces busca dejarte como “demasiado emocional”, “demasiado intensa”, “demasiado todo”.
Responde así:
“No soy demasiado sensible, simplemente no me parece normal ese comentario.”
“Que no te moleste a ti no significa que no sea ofensivo.”
“Mi incomodidad también importa, aunque no la compartas.”
Así rompes el marco que te culpabiliza y reencuadras la conversación desde tu verdad.
3. Poner límites sin justificarte
No necesitas justificar tu derecho a ser respetada. Un “no” claro también es feminismo.
Frases clave:
“No me siento cómoda con ese comentario.”
“No voy a seguir esta conversación si no hay respeto.”
“Esto no me hace gracia, y prefiero que no se repita.”
Cuando dices “no” sin adornos, envías un mensaje claro: tu espacio no es tierra libre para la invasión verbal.
¿Qué pasa si no actuamos?
Cuando normalizamos estas microviolencias, alimentamos una cultura donde las mujeres deben aguantar para no incomodar.
Pero aguantar no es educar, ni avanzar, ni empoderar. Es congelarse.
Por eso, cada vez que hablas con claridad, cada vez que no te callas, estás creando cultura feminista en tiempo real.
Estás aprendiendo a hablar en voz alta en un mundo que nos quería en silencio.
Te invito a practicar estas técnicas, a compartirlas y a usarlas como semillas de cambio. Porque ser asertiva no es solo hablar bien. Es cuidar de ti, de tus límites y de tu dignidad.